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lunes, 23 de enero de 2012

¿Comer en el club social o morir de hambre?

Bien es sabido por todos, que cuando el hambre aprieta, muchas veces nos la suda importa muy poco lo que nos llevamos a la boca. Pero, ¿y si esa estupidez pusiera en peligro vuestra vida? ¿Lo seguiríais haciendo? Siguiendo estos consejos, en 3 sencillos pasos, podreis saber si vuestro club social habitual se acerca más al El bulli o a un típico desayuno de Bear Grylls

1. Nunca os dejeis engañar por la elegancia de la estancia. Ya podeis entrar en el club social más lujoso del mundo, pero no seais tontos. Pasad de largo esta burda tapadera e id directamente al aseo. Un local que mantenga limpias las zonas que menos se expongan al público tienen más probabilidades de tener una cocina limpia. Si, por el contrario, tienen zurraspas cayendo por las paredes. ¡Corran, corraaaaaaan!


2. El jefe de cocina tiene más peligro que nadie. Al igual que en el apartado anterior, no os dejeis engañar por las apariencias. Prended fuego a la cocina Haced lo imposible por verle las uñas, ahí es donde esconde la mugre. Pensadlo: un tío que se tira el día encerrado en una cocina, ¿no tiene la libertad y ansias de hurgarse las orejas o buscar petróleo en sus fosas nasales? Desconfiad, y mirad sus uñas antes de pedir.

3. El ultimo punto, pero no por ello, menos importante: si alguno de los platos se ha vuelto oscuro y le han salido pelos, no te lo comas, problamente saldrás de allí en un traje de pino.

Es muy probable que algunos de vosotros penseis que voy de listo, advirtiendo cosas tan obvias, pero creedme, el mundo está lleno de cierrabares. Y para terminar, un consejo para los que esteis estudiando periodismo: las manos en los bolsillos.

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